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bien.
Et porque don Johan entendió que este exiemplo era muy bueno, fízolo es-
crivir en este libro et fizo estos viessos que dizen assí:
Al que tu enemigo suel seer,
nunca quieras en él mucho creer.
Et la istoria deste exienplo es ésta que se sigue:
El Conde Lucanor
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Exemplo XXº
De lo que contesçió a un rey con un omne quel dixo quel faría
alquimia
Un día fablava el conde Lucanor con Patronio, su consejero, en esta
manera:
-Patronio, un omne vino a mí et dixo que me faría cobrar muy grand pro et
grand onra, et para esto que avía mester que catasse alguna cosa de lo mío
con que se començasse aquel fecho; ca desque fuesse acabado, por un din-
ero avría diez. Et por el buen entendimiento que Dios en vos puso, ruégo-
vos que me digades lo que vierdes que me cumple de fazer en ello.
-Señor conde, para que fagades en esto lo que fuete más vuestra pro, plaz-
erme ía que sopiéssedes lo que contesçió a un rey con un omne quel dizía
que sabía fazer alquimia.
El conde le preguntó cómo fuera aquello.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, un omne era muy grand golfín et
avía muy grand sabor de enrrequesçer et de salir de aquella mala vida que
passava. Et aquel omne sopo que un rey que non era de muy buen recado se
trabajava de fazer alquimia.
Et aquel golfín tomó çient doblas et limólas, et de aquellas limaduras fizo,
con otras cosas que puso con ellas, çient pellas, et cada una de aquellas
pellas pesava una dobla, et demás las otras cosas que él mezcló con las li-
maduras de las doblas. Et fuesse para una villa do era el rey, et vistiósse de
paños muy assessegados et levó aquellas pellas et vendiólas a un espeçiero.
Et el espeçiero preguntó que para qué eran aquellas pellas, et el golfín
díxol que para muchas cosas, et señaladamente, que sin aquella cosa, que
se non podía fazer el alquimia, et vendiól todas las cient pellas por cuantía
de dos o tres doblas. Et el espeçiero preguntól cómo avían nombre aquel-
las pellas, et el golfín díxol que avían nombre tabardíe.
Et aquel golfín moró un tiempo en aquella villa en manera de omne muy
assessegado et fue diziendo a unos et a otros, en manera de poridat, que
sabía fazer alquimia.
El Conde Lucanor
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Et estas nuebas llegaron al rey, et envió por él et preguntól si sabía fazer
alquimia. Et el golfín, como quier quel fizo muestra que se quería encobrir
et que lo non sabía, al cabo diol a entender que lo sabía; pero dixo al rey
quel consejava que deste fecho non fiasse de omne del mundo nin aventu-
rasse mucho de su aver, pero si quisiesse, que provaría ante l un poco et
quel amostraría lo que ende sabía. Esto le gradesçió el rey mucho, et
paresçiól que, segund estas palabras, que non podía aver ý ningún engaño.
Estonçe fizo traer las cosas que quiso, et eran cosas que se podían fallar et
entre las otras mandó traer una pella de tabardíe. Et todas las cosas que
mandó traer non costaban más de dos o tres dineros. Desque las traxieron et
las fundieron ante l rey salió peso de una dobla de oro fino. Et desque el
rey vio que de cosa que costaba dos o tres dineros salía una dobla, fue muy
alegre et tóvose por el más bien andante del mundo, et dixo al golfín que
esto fazía, que cuidava el rey que era muy buen omne, que fiziesse más.
Et el golfín respondiól , como si non sopiesse más daquello:
-Señor, cuanto yo desto sabía, todo vos lo he mostrado, et daquí adelante
vós lo faredes tan bien como yo; pero conviene que sepades una cosa: que
cualquier destas cosas que mengüe non se podría fazer este oro.
Et desque esto ovo dicho, espedióse del rey et fuesse para su casa.
El rey probó sin aquel maestro de fazer el oro, et dobló la reçepta, et salió
peso de dos doblas de oro. Otra vez dobló la reçepta, et salió peso de cuatro
doblas; et assí como fue cresçiendo la recepta, assí salió pesso de doblas.
Desque el rey vio que él podía fazer cuanto oro quisiese, mandó traer tanto
daquellas cosas para que pudiese fazer mill doblas. Et fallaron todas las
otras cosas, mas non fallaron el tabardíe. Desque el rey vio que pues men-
guava el tabardíe, que se non podía fazer el oro, envió por aquel que gelo
mostrara fazer, et díxol que non podía fazer el oro como solía. Et él
preguntól si tenía todas las cosas que él le diera por escripto. Et el rey
díxol que sí, mas quel menguava el tabardíe.
Estonçe le dixo el golfín que por cualquier cosa que menguasse que non se
podía fazer el oro, et que assí lo abía él dicho el primero día.
El Conde Lucanor
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Estonçe preguntó el rey si sabía él do avía este tabardíe; et el golfín le dixo
que sí.
Entonce le mandó el rey que, pues él sabía do era, que fuesse él por ello et
troxiesse tanto porque pudiesse fazer tanto cuanto oro quisiesse.
El golfín le dixo que como quier que esto podría fazer otri tan bien o mejor [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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